San Antonio de Padua con el Niño
Santa Barbará.
Papa con Espíritu Santo
Personaje con bonete, libro pluma.
ARQUITECTURA
(INTERIOR DE LA ERMITA)
Artísticamente observado, de nuestro primer santuario (hoy único) muy poco podríamos decir. Ya avanzamos en las paginas precedentes que, desde sus orígenes su fabrica tuvo siempre planta de cruz latina, más al añadírsele las naves laterales perdió esta disposición, quedando tal y como la conocemos hoy.
Sin embargo, el tramo de cabecera de la cruz se conserva a manera de ánside poligonal, y en él tienen su cobijo: el altar Mayor con su presbiterio y detrás de estos la sacristía, cerrada.
Posee tres naves y tres tramos, separadas por dos líneas de sólidos pilares de manpuesto revocados cada una y, otros dos medios pilares en los extremos adosados a los muros.
(El interior es de tres naves de cuatro tramos cada una, separadas por arcos de medio punto sobre pilastras adosadas, el arco triunfal también es de medio punto, cubierta la nave central por bóveda rebajada y las laterales por bóvedas de falsa arista, el crucero se cubre con cúpula sobre pechinas.)
Las naves laterales, o menores, están encabezadas por altares con retablos gemelos de estilo barroco policromados de mediados del siglo XVIII, de fina factura; con ático y tres calles separadas por dos columnas salomónicas flanqueando la imagen en el central, y dos estípides flanqueando las calles laterales.
Estas ocupadas por sendos paneles tallados, representando jarrones de azucenas, símbolo del Obispado seguntino.
El retablo de la nave del Evangelio aloja en su calle central una imagen de San Juan Bautista, perteneciente con toda seguridad al retablo antiguo, retirado con motivo de haber hecho la nueva ermita.
Retablo barroco del siglo XVIII con columnas salomónicas y estípides, en el centro escultura tallada en madera de “San Juan Bautista”, a la derecha, moderna imagen en escayola de “San Cristóbal”, remata el retablo una pintura de “San Antonio de Padua” sobre tabla.
El retablo del lado de la Epístola está destinado a Santa Barbará. La talla de esta imagen también debió pertenecer a la capilla anterior, y parece corresponder a una talla renacentista y siglo XVI.
Retablo barroco del siglo XVIII también con columnas salomónicas y estípides, en el centro, una escultura en madera policromada de “Santa Bárbara”, rematando el retablo, una pintura sobre lienzo de “Santa Librada”.
De los nuevos retablos barrocos carecemos de la fecha de su construcción; en cambio, sí poseemos la data en que fueron dorados, o al menos,, la fecha de su finiquito que es- según las cuentas de la propia ermita- entre 1761 y 1763, pues en un asiento se dice “Dorado de dos retablos que han costado 39,2 reales”.
El ático en ambos retablos está adornado con pinturas: en el de San Juan hay un oleo de San Antonio con el Niño, del que ignoramos su procedencia. Se trata de una antigua tabla anónima de unos 100×80 cm. Acoplada hacia 1750 al marco del ático del nuevo retablo barroco o actual. Esta tabla se halla abierta justamente por la mitad, de arriba abajo en toda su longitud y en un pésimo estado de conservación. La pintura parece corresponder hacia finales de nuestro nacimiento renacentista, en pleno Renacimiento. En nuestra opinión, sería interesante hacer un estudio exhaustivo de este cuadro, pues quizás sea “ la pintura” que el restaurador Francisco de Aguilera “ hizo de nuevo” en 1614, en lugar de restaurar una de las viejas tablas que se hallaba en muy malas condiciones.
El de la capilla de Santa Barbará, es otro oleo adquirido en el trienio arriba indicados pues, en los gastos de ese año hay un pago de “60 reales”, cuadro que se compro de Santa Librada para el altar de Santa Barbará”.
Cúpula.
La cúpula contiene un grupo de seis pinturas, óleo sobre lienzo y sobre dichas pinturas, representaciones en bajorrelieve a base de escayola;
“Ángel con palma martirial”, el óleo que enmarca representa “Cardenal con vestido púrpura y bonete ante crucifijo”,
“Pareja de ángeles espaldados llevando cuernos de la abundancia”, el óleo que enmarca representa “Dignidad eclesiástica con librería al fondo”,
Ángel y cesto con frutas”, el óleo que representa enmarca a “Un Papa con el Espíritu Santo”,
El óleo que enmarca representa a “Santo con la cabeza entre las manos”
“Águila bicéfala”, El óleo que enmarca representa a “ Personaje con bonete, libro y pluma”
“Niño con ramo de flores”, el óleo que enmarca representa a “San Nicolás”.
Sustentan la cúpula un grupo de cuatro pechinas donde se representa a los cuatro Evangelistas, es autor de las mismas el pintor alcarreño: Carlos Santiesteban
La nave central es ligeramente más elevada que las laterales y de doble anchura; termina en crucero, bajo cúpula. Su constitución corresponde a la capilla de la Virgen que ocupa, la antigua cabecera de la cruz del recinto.
El retablo de la Capilla Mayor, o de la Patrona es, asimismo, de estilo barroco pero enteramente dorado. Su adquisición se efectuó en 1696, a continuación de la compra de Nuestra Señora de la asunción, titular de la Parroquia.
El mencionado retablo posee tres calles, separadas por cuatro columnas salomónicas de idéntica traza y tamaño; adornadas por pánpanos y solamente consta de un tramo mas el ático. Este ultimo ocupado por el crucifijo, posiblemente del siglo XIV, es decir totalmente ajeno al retablo y digno de estudiar ya que podría pertenecer al retablo anterior de la ermita. La calle central alberga la imagen de Nuestra Señora de los Olmos, dentro de profunda hornacina calda en forma de templete; con bóveda de cañón y cinco columnillas, también salomónicas, a cada lado de mismo templete. En las calles laterales se acomodaron sobre veneras, dos viejas figuras; una de San José con el Niño de la mano, del siglo XVI ( por traza) y otra de San Isidro del XVII en el espacio de la calle derecha, restaurada- como hemos dicho ya-en 1716.
En el banco vemos relieves representando, entre otros; La adoración de los Pastores y de los Reyes Magos. En conjunto, añadiremos, que todo el retablo esta sobrecargado de oro viejo, y fue un alarde demostrativo de las haciendas que poseía la propia ermita, de la riqueza de que gozaba en aquel tiempo el pueblo y reflejo, asimismo, del favor de los maranchoneros a su Virgen.